miércoles, 15 de octubre de 2008

Dedicatoria


Dedico Morbum Mortalem, mi primera obra editada y publicada, a las gentes de este nuevo mundo, que en mi historia es Nueva Iberia, a esta América Latina nuestra, que merece un porvenir promisorio, sin corrupción, pobreza e incertidumbre. A estas espléndidas tierras, que en su rica mezcla de razas y culturas, es un sub-continente estoico y aguerrido, que llora y ríe, que se lamenta y también canta, que se calcina por el sol, se inunda con las lluvias y se congela con las nieves. A estas dilatadas tierras que han parido grandes hijos, como: Bolívar, Villa, Martí, Sandino, Morazán o San Martín, y miles más de héroes anónimos que han luchado por hacer de ella un sitio mejor.
Y me extiendo a dedicar este libro, a nuestra América entera, que a pesar de las abismales diferencias que nos separan, nos une el compromiso común de salvaguardar este extraordinario continente que acaricia ambos polos. Así como a la humanidad entera, nos corresponde rescatar el hogar de todos: el planeta Tierra. Y es que entre el Norte y el Sur, hay más cosas en común de lo que realmente parece. Compartimos las mismas raíces y procedemos, como toda la especie humana, de una misma fuente, aún siendo blancos caucásicos, latinos, mestizos, indígenas, negros, mulatos... y de las más diversas culturas.
También dedico esta historia, a ti, lector, lectora... de donde quiera que seas en este mundo, que como en todos los seres humanos, tu interior es también un continente, donde dos mundos se encuentran y desencuentran. A ti, que te debates entre la razón y la pasión, entre la fe y la frustración, entre la tristeza y la alegría, entre el dolor y el amor, entre lo que pudo ser y no fue, entre lo que quieres ser y no has sido, pero que si te propones con fuerza y férrea voluntad, un días de tantos, serás.
Y finalmente, mi obra va dedicada de manera muy especial, a uno de los seres humanos más buenos y nobles que conozco en mi vida: mi propio padre, Antonio Gamero, ese viejo roble, que ni los vientos huracanados han podido abatir, y que en el transcurso de su larga vida, ha visto la evolución y los traumáticos cambios de estas tierras que amamos.
El autor
¡Vivimos en un mundo maravilloso! Disfruta este estupendo vídeo (What a wonderful world, de Louis Armstrong)

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